domingo, 11 de diciembre de 2016





Este mar siempre me salva.
Siempre me salvará de las lágrimas 
que secan mi alma hasta convertirla en nada.
Esta arena y esta luz son dos espejos 
empañados resistiendo un desierto.
Vienen de lejos las olas nobles, 
las benditas ondas cuyo ritmo no deja de sonar.

¿Son mis ojos los que miran este espectáculo
sin precio o acaso me reta la vida con su belleza?

¿Quién puede más: 
la pérdida 
o aquello que
permanece 
moviéndose 
al compás 
de un mar 
sempiterno?



Teo
11 diciembre 2016

jueves, 1 de diciembre de 2016







No sé qué más puedo pedir.
Tuve los días con sus noches 
y la dulce luz de la mañana
me llevó sin tregua hasta el azul ocaso.
No paró un segundo su marcha
el reloj de pared, siempre sonaron las campanas.

Cuando los pájaros entonaron un trino único
yo estuve allí, oyéndolo, extasiada y con privilegio.
Escogí las manzanas del árbol que yo planté
y me las comí sabiendo que al día siguiente me faltarían.
Nunca sopesé los riesgos y volé, sin alas prestadas
ascendí hasta quemarme y caí... y volví a reconquistar 
el mundo.

Soñé un amor profundo
y soñando fui feliz.
Luego llegaste tú y fui yo.
Mi mundo ocupaba dos letras.
Y no amé a la manera que aman los seres humanos.
Yo amé a mi manera y a la tuya: 
dos modos idénticos de comprender la vida.

El amor, el humor, un destino compartido...


Y ahora que me preguntas qué más puedo
pedir, pienso y creo que, de pedir, pediría un deseo, 
una ilusión eterna, un recuerdo tierno y un unicornio.



Teo
1 diciembre 2016




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