jueves, 1 de diciembre de 2016







No sé qué más puedo pedir.
Tuve los días con sus noches 
y la dulce luz de la mañana
me llevó sin tregua hasta el azul ocaso.
No paró un segundo su marcha
el reloj de pared, siempre sonaron las campanas.

Cuando los pájaros entonaron un trino único
yo estuve allí, oyéndolo, extasiada y con privilegio.
Escogí las manzanas del árbol que yo planté
y me las comí sabiendo que al día siguiente me faltarían.
Nunca sopesé los riesgos y volé, sin alas prestadas
ascendí hasta quemarme y caí... y volví a reconquistar 
el mundo.

Soñé un amor profundo
y soñando fui feliz.
Luego llegaste tú y fui yo.
Mi mundo ocupaba dos letras.
Y no amé a la manera que aman los seres humanos.
Yo amé a mi manera y a la tuya: 
dos modos idénticos de comprender la vida.

El amor, el humor, un destino compartido...


Y ahora que me preguntas qué más puedo
pedir, pienso y creo que, de pedir, pediría un deseo, 
una ilusión eterna, un recuerdo tierno y un unicornio.



Teo
1 diciembre 2016




Foto: 






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